Desde aquel mega hostión epic en los toboganes del Gulliver:
que parece que no, pero caer rodando como un barril el día de la cerveza es malo para las rodillas, algo ha cambiado en mi cabecita. Y es que ya no tengo miedo \o/ tenía miedo al cambio. Vivir sabiendo cómo será el día siguiente terminó convirtiéndose en una rutina placentera. Nada esperaba y nada deseaba. Me limitaba a vivir cual oruga. Y no, se ha acabado. A corto plazo sólo puedo cambiar el color de mi pelo de forma radical o volver a mis andanzas adolescentes de ropa extravagante... A largo plazo tengo clara una cosa: Marcharme de aquí, vivir en Londres. Ha terminado el miedo a dejar a mi familia, a mis amigos, a mi pareja en España. Ahora que no estoy atada a nada quiero volar, bien alto. Estoy realmente ilusionada, creo que se ha convertido en mi gran meta y tengo que llevarla a cabo.
Y cambiando de tema, ayer me fui a patinar por la noche. Nunca pensé que sería tan jodidamente relajante patinar a las 23 de la noche. No había ni Cristo paseando a esas horas. Hacía fresco y tumbarse en el césped húmedo después fue una experiencia muy gratificante. Va siendo hora de disfrutar de esas pequeñas cosas que nos brinda el momento.
Hoy iré a patinar al río de Valencia, con la persona más guay del mundo: Dafne. La única entre los mortales que es capaz de soportarme, sabe cómo soy y aún así, me quiere.
3 comentarios:
Buena suerte con lo de Londres. La verdad es que es una ciudad de la hostia.
Tonta x3
Te quiero (:
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