Al igual que aquel retaco, bigotudo y acomplejado, también conocido como Hitler, escribo mi propia lucha.
Está originada en mi interior. Siento cómo dos ejércitos, uno visiblemente mejor preparado que el otro, se enfrentan cara a cara a la gran lucha final, la cual decidirá el futuro de mi cuerpo. Comienza la batalla.
Crean trincheras, campamentos, arrasan territorios enemigos, debastan zonas habitadas por seres ajenos a todo conflicto.
Parece cercano el final victorioso del ejército que en principio su preparación era nefasta, sin embargo, y en un día de lluvia y frío, el enemigo saca ventaja y termina haciéndose con todo el territorio. Coronado, conquistado.
En el exterior, saco mi pañuelo blanco, de rendición* y comienzo a toser. Me he constipado.
*Sugerido por el Sr. Anónimo de Formspring. Gracias. :)
1 comentario:
Es un microcuento genial. Muy sorprendente, qué chulo, de verdad!
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