viernes, 15 de julio de 2011

Despertarse sola en la cama

Desde entonces, vivo tranquila. El corazón no se me encoge, ¿sabes? y ya no tengo miedo. Echaba de menos levantarme por las mañanas sola, desayunar sola, vestirme sola, y no tener que estar pendiente de nadie salvo de mí misma. Irme sin dar explicaciones, pasarme las tardes en casa mirando el techo o saliendo con quien quisiese.
Cuando comienzas una relación con una persona, no te importa sacrificar tu tiempo, realmente obtienes tanto que olvidas lo que pierdes. Una vez roto cualquier lazo amoroso, redescubres el sabor de la libertad, o bueno, al menos eso ocurrió en mi caso. No puedo vivir tan bien como ahora. Hacer lo-que-me-dé-la-gana se ha convertido en una necesidad vital en mi existencia.
Y no es que las relaciones no sean geniales, y no digo que el amor sea una basura (que lo es, a veces) pero se nos ha vendido una idea de amor romántico obsoleto. ¿Existió alguna vez, o sólo es una simple estrategia publicitaria para hacer el idiota el día de San Valentín? me cuestiono esos conceptos, desde mi liberamiento, replanteo seriamente mi opinión hasta entonces clara y decidida sobre el amor, tener una pareja o el sexo. Después de madurar estas ideas, mi forma de ver las relaciones sociales ha cambiado considerable y qué cojones, gratificantemente también.
Qué jodidamente feliz estoy, hostia.
Y no, esto no es el resultado de mi furor uterino, que también, más bien es la maldita felicidad que habla por mí.

2 comentarios:

Alsan dijo...

La verdadera libertad es amar entregando todo nuestro ser, pero dejando nuestra esencia intacta.

Kurai dijo...

Lo importante es estar feliz, con pareja, sin pareja, con gato... ^^