miércoles, 24 de agosto de 2011

Pájaros de duraluminio

Hace alrededor de un año, fui por primera vez al aeropuerto de Manises. Para variar, estaba realmente emocionada porque nunca había estado en uno, y lo que es más importante: jamás había visto aterrizar y despegar un avión. Cuando llegamos allí estuvimos mirando las salas, pasillos y ventanillas, ya que días después viajaríamos a Londres. Una vez hecho el recorrido, subimos a la cafetería y nos sentamos en unas mesas pegadas a unos grandes ventanales, donde podríamos observar a los aviones sin ningún problema.
Recuerdo que me latía el corazón rápido, estaba realmente nerviosa, como un niño cuando espera llegar a un parque de atracciones. Al cabo de media hora escuché un gran estallido, ahora, sabría decir sin lugar a dudas, que era el estallido de las turbinas poniéndose en funcionamiento preparadas para el despegue, pero en ese momento me sobresalté y miré por todas partes hasta que identifiqué el abrupto ruido. Fijé la vista en un avión de Ryanair que comenzaba a coger velocidad en la pista. Maldita la emoción que sentí en ese momento, abrí los ojos como platos y mis labios dibujaron una O bieeeen grande. Me fijaba en todos los detalles, sobre todo en las alas y las ruedas y me preguntaba una y otra vez: ¿pero cómo? ¿cómo puede ser?
¿No es fantástica la ignorancia a veces? cuando ves cómo un gigante de cientos de toneladas está volando y dices: ¿en serio? ¿cómo es posible? y está pasando porque lo estás viendo, nadie te lo está contando, no lo estás leyendo. Tú y sólo tú lo estás observando con tus curiosos ojos.
Vi cómo se alejaba el titánico pájaro de duraluminio como diciendo: es posible, aunque en tu cabeza no lo sea, lo es, me estás viendo, soy real.

Creo que es el único momento en el cual me he sentido feliz de ser ignorante. Si supiese y comprendiese por qué vuelan los aviones, no habría sentido la gran sensación que tuve.
Cuando tenga el carnet de conducir, iré siempre al aeropuesto sólo para observar cómo despegan y aterrizan los aviones, escuchar las explosiones de las turbinas, el zumbido del ambiente, todo.


3 comentarios:

Belsan dijo...

Lo estupendo de esta vida es que uno no lo sabe todo. Así puedes tener momentos tan intensos como este.

Kurai dijo...

Ir al aeropuerto a ver los aviones es una pasada ^^! De peque me llevaba mucho mi tío a correr "al lado" de ellos cuando despegan

Onofre B dijo...

Qué bien jajaja
Me ha gustado este post. No queramos saberlo todo, para así a veces sentir simple y llanamente.