sábado, 23 de abril de 2011

Cosas del karma

Ya era hora de que me recompensase con algo bueno, joder. Después de tanto estudio y poca holgazanería, al fin tuve mi merecido, os cuento: anoche, fui a dejar a mi pequeña rata fea llamada Toby en casa, yo, que tengo una fobia estúpida a los ascensores, emprendí el camino al hogar subiendo cuatro interminables pisos y, justo en el primero, lo vi: una bolsa pequeñita con marihuana dentro. Se me iluminaron los ojos. Cogí la bolsa, la abrí, procedí a introducir la nariz para saber su olor y el segundo descubrimiento fue mejor que el primero: estaba en perfecto estado. Mis colegas y yo reimos como niños cuando les conté mi hallazgo. Luego me enteré de que la bolsa era de un vecino de 17 años que vive en mi mismo piso. Mejor, los niños no deberían tomar drojas, nos fumamos el contenido por su bien, realmente le hicimos un favor.
En el garaje de una finca nos metimos los tres, hacía frío, llovía como si se tratase del diluvio universal, y allí estábamos, riendo como bobos, diciendo tonterías aparentemente carentes de sentido, mareados.
Esa hierba estaba realmente buena, qué buen gusto tiene mi vecino, tendré que pedirle el número de teléfono del que le pasa.
Creo que seguiré siendo una buena chica, pese a que sea difícil serlo, quien sabe lo que puedo llegar a encontrarme otro día subiedo las escaleras.

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